Cada niño del planeta es distinto de los demás. Un niño con necesidades especiales puede verse afectado por varios factores externos, como problemas mentales, físicos, emocionales o de comportamiento, a veces más de uno a la vez. Ser padre de un niño con necesidades especiales conlleva su propio conjunto de normas, reglas y recompensas, todas ellas adaptadas a las necesidades únicas de tu hijo.
Es importante que piense en sus habilidades como padre y en cómo adaptarlas a las sensibilidades de su propio hijo para obtener los mejores y más positivos resultados posibles una vez que su hijo haya sido identificado como beneficiario de programas de educación especial.
Reconozca las necesidades específicas de su hijo.
La lucha constante por controlar su comportamiento y comprender su mente o sus acciones puede resultar desalentadora y estresante al principio si se tiene poca o ninguna experiencia como padre de un niño con necesidades especiales.
Sumérgete en la discapacidad individual de tu hijo (aprendizaje, emocional, autismo, etc.) y utiliza todos los recursos disponibles para comprender mejor sus motivaciones. Habla con el médico, el terapeuta, el orientador escolar u otros especialistas de tu hijo para comprender mejor sus necesidades individuales y ver las cosas desde su perspectiva. Saber es la mitad de la batalla, y te ayudará a evitar muchos malentendidos en el futuro.
Aprecie el hecho de que las cosas mejoran con el tiempo. Es posible que el pronóstico de su hijo no mejore y que su salud sea debilitante y se deteriore, situaciones todas ellas difíciles de afrontar. Sin embargo, algunas tareas se simplifican con el tiempo. El tiempo trae consigo más experiencia, práctica y perspectiva, para bien o para mal.
Crea un sistema de apoyo para ti.
Ya no te sentirás solo si puedes unirte a un grupo de apoyo de otros padres que están criando a niños con problemas comparables a los tuyos. Crea un sistema de apoyo de familiares y amigos, así como un sentimiento de comunidad, participando en una iglesia o centro comunitario (en la medida en que tus circunstancias te lo permitan).
No soportarás este peso tú solo si tienes personas con las que puedes comunicarte abiertamente, personas que rezarán por ti, personas que se preocupan por ti, personas que te llevarán comida u ofrecerán otro tipo de ayuda práctica.
Celébralo.
Hay que celebrar los pequeños éxitos.
Lleva un registro de dónde has estado para que, a medida que tu hijo mejore, puedas mirar atrás y ver cuánto ha progresado. Las notas, los diarios, los álbumes de recortes o los blogs pueden servir para hacer un seguimiento de sus progresos.
Recuerda que es en los pequeños pasos donde descubres el deleite, las pequeñas victorias que contribuyen a las aspiraciones mayores. Todo debe celebrarse.
Reserva algo de tiempo para ti.
Si no está bien atendido, tendrá menos capacidad para atender a los demás, pero puede tener la sensación de que dispone de poco o ningún tiempo libre para relajarse. Si lo permites, el cuidado de un niño con necesidades especiales puede llegar a consumirte mucho tiempo, lo que te llevará a sentirte culpable cuando por fin tengas algo de tiempo "para mí".
Dedíquese a cualquier actividad que le alegre al menos una vez al día para conseguir la paz mental y el rejuvenecimiento que tanto necesita; en el futuro tendrá la mente más despejada y el corazón más tranquilo, lo que se traduce en una mejora de sus habilidades como padre.